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“El papel de la dirección se ha revelado también como elemento decisivo en la práctica totalidad de los programas analizados, corroborando los resultados acerca del liderazgo de todas las investigaciones sobre eficacia y mejora de la escuela. El papel del director se hace patente en su capacidad de imaginar un futuro para el centro; en su poder para movilizar al profesorado y lograr su compromiso con la optimización; en el empuje que tiene para planificar el proceso, facilitar los cambios organizativos y curriculares necesarios, evaluar y reforzar a los participantes; y en su habilidad para gestionar los conflictos que pudieran producirse….. El perfil de cada director es diferente al del resto y, sin embargo, hay un factor común: la preocupación por optimizar el rendimiento de los alumnos y, a la vez, por favorecer un buen clima en el centro (aspectos de eficacia y mejora) “.

Muñoz-Repiso y otros., 2000. CIDE

 

Alfonso Fernández Martínez, presidente del Foro Europeo de Administradores de la Educación.

En el mundo de la educación todos coincidimos en la importancia que tienen las direcciones escolares para la mejora de los centros. La totalidad de los estudios e investigaciones coinciden en resaltar esta evidencia, que también corroboran todas prácticas educativas con independencia del lugar del mundo en el que se han llevado a cabo.

Las direcciones escolares tienen por delante una tarea de largo alcance y gran complejidad, que consiste en hacer que su centro dé la mejor respuesta educativa posible a cada alumno por medio de la intervención de toda la comunidad educativa, de tal manera que conduzca a un mayor aprendizaje y al éxito de todos y cada uno de ellos. Cuando hablamos de aprendizajes, no nos referimos únicamente a la lengua o la expresión plástica; también se aprende a relacionarse y convivir, a ser activo socialmente o solidario con los que lo necesitan. Todo ello está relacionado con el ejercicio del liderazgo pedagógico o liderazgo para el aprendizaje.

Hoy en día ya sabemos que la dirección escolar realiza su trabajo mediante la influencia que ejerce en las personas –especialmente el profesorado- y en la organización escolar. También que no hay buen centro sin una buena dirección y que para ser llevada a cabo en óptimas condiciones, la tarea directiva requiere del concurso colectivo, debe ser concebida como un trabajo en equipo y no como una actividad individual. Hablamos en este caso del liderazgo transformacional y del distribuido.

Asimismo, la dirección tiene el papel de guiar al centro mediante un proyecto estratégico compartido con su comunidad educativa y de responder por los logros conseguidos: es el liderazgo estratégico.

La autonomía de los centros lleva asociada el aumento de la capacidad de gestión de los recursos económicos, curriculares, organizativos y humanos, por lo que su incremento debe ir acompañado de una mayor responsabilidad. La evaluación y el rendimiento de cuentas tienen pleno sentido en este marco de actuación.

También existe la convicción extendida de que la alta responsabilidad de los equipos directivos debe de ser recompensada económicamente de forma suficiente.

Los distintos tipos de liderazgo –pedagógico, transformacional, distribuido y estratégico- se combinan en diferentes proporciones según quien ejerza la dirección. Sin embargo, es importante tener en cuenta que esta tarea se lleva a cabo en un contexto concreto, que es diferente según los centros, los territorios y países que tomemos como unidad de análisis.

En España, este contexto se caracteriza por un exceso de regulación normativa, un currículo sobredimensionado, una escasa autonomía y un débil liderazgo pedagógico-educativo y transformacional de los directivos. Este contexto deja poco margen para la intervención de las direcciones sobre los elementos fundamentales asociados al avance de los procesos de enseñanza-aprendizaje, así como sobre las transformaciones que se requieren para ello. Por eso es preciso incidir de manera significativa en el contexto.

La política educativa tendría que ocuparse de prever y proveer los medios para lograr que las condiciones del ejercicio directivo sean las óptimas a la hora de desarrollar la compleja tarea que se les encomienda.

La mejora de las condiciones para el ejercicio de las tareas de las direcciones escolares debería ser uno de los afanes del Pacto de Estado social y político por la educación que está en marcha. Actuar sobre las condiciones estructurales en las que actúan los equipos directivos es una de las palancas de cambio de mayor trascendencia para el avance de los centros y de la Educación.